viernes, 20 de noviembre de 2009

Leo, el de los perros

No me quiso decir su apellido ni su edad. Cada vez que lo vi, tuvo puesta una gorra azul con vicera llena de tierra, una camisa manga corta clarita y pantalones negros casi grises de sucios. Es que en esa parte de la plaza donde él hace correr a los perros que tiene a cargo como paseador, vuela mucha tierra. Hay poco pasto, unos manchones amarillentos y secos, y el resto es tierra que se pega a todo.

Antes era joyero.Un día lo asaltaron y aunque el ladrón le erró al tiro, él se asustó mucho y cerró todo. Tenía un localcito chiquito y un taller de orfebrería. Después empezó con los perros. Primero sacó a pasear el de una vecina, y después le dieron otro, y así hasta que se fue armando una clientela. Ahora tiene 15 perros fijos y 4 que son de él. El más chiquito, un cuzquito de pelo duro y marrón, se llama Satelite.

Hace 15 años que va a la plaza San Martín de lunes a viernes. A la jaula gigante que está hecha exclusivamente para los perros. De las rejas verdes los paseadores cuelgan las correas y las mochilas y se sientan a charlar mientras pasa la mañana. Leo se lleva un banquito de aluminio en un bolso. Y un bidón de agua de 5 litros. Una vez le pidió al gobierno de la ciudad que le pusieran una canilla y un banquito de material, pero no hubo caso.

Antes tenía una socia, Maritche, que se murió hace dos años, a los 47. Él la conocía desde la adolescencia. Primero había sido novia suya, después de un amigo. Y después la perdió de vista por 20 años. Un día se la encontró de casualidad y le contó que estaba con los perros y ella se entusiasmó y le pidió trabajar con él. Como estaba sola en Buenos Aires, él la invitó a que se mudara a la casa de microcentro donde vivía. De cuatro piezas, una era para él, otra para ella y las otras dos para los perros. Fueron socios durante 10 años.
Ahora está buscando una mujer para que lo ayude. Tiene viviendo con él a una chica con dos nenes. Dice que le dió lástima. Igual se queja de que es un desastre, que no sabe hacer nada.

De lunes a viernes llega a las ocho de la mañana a la plaza. Suelta a los perros, se sienta. Cada tanto elige a alguno y lo lleva a dar una vuelta por la plaza, mientras otros paseadores le miran al resto. Alrededor del mediodía se los puede encontrar a todos charlando adentro de la jaula. Es un grupito de 5 paseadores que todos los días, excepto cuando llueve, van a esa parte de la plaza. Leo es el mayor de todos. Algo así como el rey de la jaula, el señor de lo perros.

3 comentarios:

  1. los paseaperros me producen admiración
    llevan de esos grandes de raza maldita comegente y al lado uno chiquito, manso, un satélite
    y les mirás las caras, a los perros y a su paseaperro guía, y todos van como en la misma frecuencia
    igual creo que son una bomba de tiempo

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  2. hola emilia! mil gracias por pasar y dejar un comentario en mi blog, así llegué al tuyo y me gustó mucho! genial esta crónica.
    gracias por todo y nos estamos leyendo jeje!
    besos!
    vero

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  3. Genial!!!. Me encantó!. A mi también me hubiera gustado estar ahí.

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