No me quiso decir su apellido ni su edad. Cada vez que lo vi, tuvo puesta una gorra azul con vicera llena de tierra, una camisa manga corta clarita y pantalones negros casi grises de sucios. Es que en esa parte de la plaza donde él hace correr a los perros que tiene a cargo como paseador, vuela mucha tierra. Hay poco pasto, unos manchones amarillentos y secos, y el resto es tierra que se pega a todo.
Antes era joyero.Un día lo asaltaron y aunque el ladrón le erró al tiro, él se asustó mucho y cerró todo. Tenía un localcito chiquito y un taller de orfebrería. Después empezó con los perros. Primero sacó a pasear el de una vecina, y después le dieron otro, y así hasta que se fue armando una clientela. Ahora tiene 15 perros fijos y 4 que son de él. El más chiquito, un cuzquito de pelo duro y marrón, se llama Satelite.
Hace 15 años que va a la plaza San Martín de lunes a viernes. A la jaula gigante que está hecha exclusivamente para los perros. De las rejas verdes los paseadores cuelgan las correas y las mochilas y se sientan a charlar mientras pasa la mañana. Leo se lleva un banquito de aluminio en un bolso. Y un bidón de agua de 5 litros. Una vez le pidió al gobierno de la ciudad que le pusieran una canilla y un banquito de material, pero no hubo caso.
Antes tenía una socia, Maritche, que se murió hace dos años, a los 47. Él la conocía desde la adolescencia. Primero había sido novia suya, después de un amigo. Y después la perdió de vista por 20 años. Un día se la encontró de casualidad y le contó que estaba con los perros y ella se entusiasmó y le pidió trabajar con él. Como estaba sola en Buenos Aires, él la invitó a que se mudara a la casa de microcentro donde vivía. De cuatro piezas, una era para él, otra para ella y las otras dos para los perros. Fueron socios durante 10 años.
Ahora está buscando una mujer para que lo ayude. Tiene viviendo con él a una chica con dos nenes. Dice que le dió lástima. Igual se queja de que es un desastre, que no sabe hacer nada.
De lunes a viernes llega a las ocho de la mañana a la plaza. Suelta a los perros, se sienta. Cada tanto elige a alguno y lo lleva a dar una vuelta por la plaza, mientras otros paseadores le miran al resto. Alrededor del mediodía se los puede encontrar a todos charlando adentro de la jaula. Es un grupito de 5 paseadores que todos los días, excepto cuando llueve, van a esa parte de la plaza. Leo es el mayor de todos. Algo así como el rey de la jaula, el señor de lo perros.
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los paseaperros me producen admiración
ResponderEliminarllevan de esos grandes de raza maldita comegente y al lado uno chiquito, manso, un satélite
y les mirás las caras, a los perros y a su paseaperro guía, y todos van como en la misma frecuencia
igual creo que son una bomba de tiempo
hola emilia! mil gracias por pasar y dejar un comentario en mi blog, así llegué al tuyo y me gustó mucho! genial esta crónica.
ResponderEliminargracias por todo y nos estamos leyendo jeje!
besos!
vero
Genial!!!. Me encantó!. A mi también me hubiera gustado estar ahí.
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